Extraño el verde de Rio.
Rio es en mi memoria una masa verde continua, plena de matices pero casi sin indvidualidades. Una begonia se destaca, tal vez por el hecho de haber estado solita en una maceta. Las demás entidades vegetales que lograron un lugar en mi recuerdo lo hicieron más por lo anecdótico que por lo visual: el gigantesco árbol de mangos del vecino que nos hacía llenar de agua la boca, la jabuticabeira que Roberto había traído de Minas, los flamboyants que alojaban el coro cigarras que nos arrullaban durante las siestas en verano, el perejil que me hizo entender eso de 'apretado como perejil en maceta' y otras cosas por el estilo.
Sin tener que ocuparse, todo brotaba: los yuyos de la vereda, la semillita de naranja que escupí en la pileta del baño antes de irme un fin de semana largo y que era toda una plantita asomando por la rejilla cuando volví, el moho cuando se largaba a llover durante días seguidos sin parar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario